La discapacidad no debe utilizarse como insulto
El hecho de que uno de los conductores del programa, Luis Ventura, señalara inmediatamente lo perjudicial de esos dichos demuestra que hoy es socialmente inaceptable utilizar la discapacidad como insulto.
El insulto, el chiste o la burla pueden ser formas de discriminación cuando su “golpe de efecto” o “gracia” descansa en la identificación de las características de un grupo o colectivo social. El insulto en tanto acto de desvalorización constituye un acto discriminatorio porque perpetúa y naturaliza la desigualdad[1] .
El instructivo realizado por el Área Queer[2] de la Facultad de Filosofía y Letras indica que “la discriminación es un conjunto de prácticas culturales de estigmatización y represión en función de las cuales se vulnera la igualdad de oportunidades, trato y resultados de distintos colectivos y sujetos/as sociales en función de la desigualdad y las diferencias que se atribuyen a los mismos”.
El estereotipo “es la asociación de determinadas personas a ciertas características, conductas, etc. Esta asociación simplifica y deforma la realidad”[3] y habilita la burla y el desprecio hacia prácticas que no responden a los parámetros de “normalidad”[4] . Es importante señalar que aún los estereotipos “positivos” son negativos ya que condicionan a los sujetos a un conjunto limitado de acciones, por ejemplo: los niños con síndrome de down son buenos. Otro estereotipo muy difundido es la infantilización de las personas con discapacidad, como demuestra la pregunta que se hace Fort en referencia a si Fabio “La Mole” Moli es un “nene con síndrome de down”.
Los estereotipos en los medios de comunicación, sean estos medios escritos o audiovisuales, en la publicidad o el entretenimiento actúan como códigos que proveen pautas de comprensión sobre sujetos o grupos. Transforman los prejuicios sobre algunos grupos en “acuerdos sobre la realidad” y perpetúan la desigualdad y la exclusión como problemas individuales.[5]
Los medios de comunicación son significativos formadores de opinión e importantes mediadores en la construcción y el reforzamiento de las representaciones sociales y el sentido común. Los y las productores/as, conductores/as y propietarios/as de medios tienen por tanto una gran responsabilidad con respecto a los contenidos que producen y vierten en sus programas, y deben responder por los enunciados y prácticas discriminatorias que producen o fomentan.
El Observatorio de Radio y Discriminación, conformado por La Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), el Consejo Nacional de las Mujeres (CNM) y el Instituto Nacional contra la Discriminación (INADI), ha sido creado dentro del Plan Nacional contra la Discriminación para analizar las formas y los contenidos audiovisuales que incluyan cualquier tipo de discriminación, prejuicio, burla, agresión y/o estigmatización hacia distintos grupos sociales vulnerados en sus derechos.
Sobre la base del cuadernillo “Pautas de estilo periodístico sobre discapacidad”[6], se sugiere:
- No utilizar la discapacidad como insulto.
- Decir “persona con discapacidad”. Es importante usar una terminología adecuada, neutra sin sesgos peyorativos. La clave es no sustantivar los adjetivos: no es conveniente etiquetar a los individuos como “el discapacitado”, “el sordo”, “el ciego”, “el retardado”, etcétera, sino que en su lugar se debe decir “persona con discapacidad” o “persona con discapacidad visual”, “persona con discapacidad auditiva”, etc.
- No mencionar la discapacidad en una noticia a menos que sea relevante en la historia a contar. Y si así fuera centrar la atención también en las capacidades en lugar de hacerlo sólo en las limitaciones. Como en cualquier cobertura periodística, siempre buscar que los que hablen sean los protagonistas directos. En este caso, las personas con discapacidad. Ellas son las que mejor pueden expresar su situación y sus derechos vulnerados. También pueden ayudar a eliminar imágenes estereotipadas.
- Consultar a personas con discapacidad en todo tipo de notas y no sólo cuando se trata de una nota estrictamente sobre la discapacidad. Esto permitirá brindar mayor ecuanimidad a nuestros mensajes mostrando la diversidad que existe en toda sociedad.
- Evitar las imágenes y conceptos de gueto, mitos y sensacionalismos. Presentarlas como parte de la población evitando catalogarlas como objetos de veneración, como asexuales o gratuitamente peligrosas. No buscar la compasión. Soslayar los golpes bajos.
- Mostrar una imagen de la persona con discapacidad de la misma forma multidimensional que al resto de la población, en las diversas actividades de la vida cotidiana (trabajo, familia, escuela, recreación, etc).
- Mostrar a la discapacidad en la cotidianeidad en un entramado en el que no sea el tema específico a tratar. Por ejemplo, en una telenovela incluir un personaje con discapacidad sin que su discapacidad sea el tema.
- Promover información accesible y accesibilidad a la información. Los medios de comunicación deben incrementar la accesibilidad a su medio físico y a todos sus servicios, mediante soportes y formatos alternativos (tales como, lengua de señas, páginas de Internet accesibles para personas con discapacidad visual y subtítulos ocultos).
- Consultar fuentes de información especializadas como ONGs y organizaciones sociales de personas con discapacidad que luchan por sus derechos, áreas gubernamentales y también bibliografía como el Programa de Acción Mundial para las Personas con Discapacidad (ONU 1982), publicaciones de entidades de discapacidad y otros documentos valiosos.
- No hablar de la discapacidad como un “tema médico” ya que la medicina es solamente un aspecto de las personas con discapacidad. En muchos casos, las personas con discapacidad no se consideran enfermas.
- El protocolo del Área Queer[7] señala que las imágenes y los discursos de los medios de comunicación se basan, en gran medida, en la exposición de historias individuales que exhiben la diversidad como “pintoresquismo” o “nota de color”. Esto es un modo de descalificarlas y, simultáneamente, de eliminar la reflexión sobre las condiciones de desigualdad, de pobreza, marginalidad y exclusión que explicarían la razón de esa excepcionalidad. El énfasis en los logros obtenidos por el esfuerzo individual dejan de lado la necesidad de soluciones estructurales (intérpretes de señas, barreras arquitectónicas y acceso a medios de transporte, integración de los niños con discapacidad a escuelas y actividades comunes, etc.)[8]
1 Delfino, Silvia, Insultos, burlas y agresiones verbales como actos discriminatorios que promueven o incitan la violencia hacia algunos grupos y restringen o menoscaban el pleno ejercicio de sus derechos, 2007.
2 Área Queer, Medios de Comunicación y Discriminación: Desigualdad de Clase y Diferencias de Identidades y Expresiones de Géneros y Orientaciones Sexuales en los Medios de Comunicación, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 2007.
3 Batiuk, Verona, Derechos y Justicia: para vos, para mí y para tod@s; coordinado por Malena Derdoy y Soledad Pujo, 1ª ed. Buenos Aires, Fundación CIPPEC, 2006.
4 Área Queer, op. cit.
5 Área Queer, op. cit.
6 Noseda, Alejandra, Pautas de estilo periodístico sobre discapacidad, COMFER, 2005
7 Área Queer, op. cit.
8 Hacia un Plan Nacional contra la Discriminación. La discriminación en Argentina. Diagnóstico y propuestas, Buenos Aires, Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, Instituto Nacional contra la Discriminación, 2005.
Fuente: http://www.obserdiscriminacion.gov.ar/web/?p=526